viernes, 24 de agosto de 2007

APRENDIENDO A QUERERME

Aprendiendo a quererme

El modo como nos trata el mundo

es un reflejo de cómo nos tratamos.

Lair Riveiro

 

 Aprender a querernos se resume en aprender a aceptarnos y a amarnos tal y como somos, sin cargarle a nadie más la responsabilidad. Sólo podemos dar cuando nos damos a nosotras mismas ...y podemos amar cuando nos amamos. ¿Te parece complicado? En verdad no lo es.

La realidad es que nadie puede dar lo que no tiene. Amor, por ejemplo. Pongamos por caso a una mamá que siempre dice quitarse “el pan de la boca” para dárselo a sus hijos. Ella diría que lo hace por amor. Pero ¿por qué tanta violencia contra sí misma? ¿Qué no sería mejor idear alguna forma para que tanto ella como sus hijos comieran bien y sanamente? ¿Sus hijos la querrán más si ella se la pasa diciendo que no hizo nada por sí misma pues “toda su vida” la pasó pendiente del menor suspiro de sus hijos? ¿Qué lección estarán aprendiendo ellos de una mamá que no se ama lo suficiente como para hacerse una vida propia?

Hacer conciencia de situaciones así es el primer paso hacia el aprendizaje de un nuevo modo de amar y mostrar el afecto.

En las mujeres es común que nos preocupemos por el marido, por los hijos, por el trabajo y al final, en un lugar recóndito escondemos nuestras necesidades porque sentimos que nos debemos a los demás antes que a nosotras mismas, confundiendo esto último con egoísmo.

Las mujeres, al ser el centro y eje de la familia, tenemos más responsabilidad de hacernos cargo de nosotras mismas y de aprender a querernos, pues de nuestras decisiones depende en mucho el futuro de nuestras parejas, empresas, hijos y subordinados. Pero desde luego que ellos podrían vivir perfectamente sin nosotras, admitámoslo.

Imagina que, por cualquier razón, tú ya no estás con ellos. ¿No sería estupendo que lo que aprendieron de ti les permitiera vivir a plenitud, en lugar de llorar eternamente tu ausencia? ¿No sería mejor que tú pudieras vivir también a plenitud incluso sin ellos?

 Analicemos cómo aprendimos a querernos. Cada una de nosotras somos reflejo de nuestra propia historia, que se nutrió en su mayoría de creencias limitantes, frases suicidas y tal vez hasta de falta de afecto.

De los 3 a los 7 años se conforma la autoestima de una persona y el lugar desde donde se va a proyectar y le dirá al mundo quién es, o quién cree que es. Yo creo que un niño antes de aprender a decir “papá” y “mamá”, aprende a decir “no”. Un “no” que a la larga se traduce en: no sirvo, no valgo y no merezco.

¿ Cuántas de nosotras crecimos con etiquetas como las siguientes?

• Sólo dices tonterías

• Eres un floja

• Eres una irresponsable

• Aprende de tu hermano

• Eres una inútil

• Mujer tenías que ser

Sin duda estas etiquetas hirieron nuestra identidad y nos volvieron inseguras en algunos aspectos de nuestra vida. Desafortunadamente, las consecuencias nefastas de estas etiquetas van más allá de una infancia lastimada y en ocasiones llegan a afectar en aspectos tales como la elección equivocada de pareja debido a la obsesión de buscar agradar a mamá o a papá a través de un compañero inadecuado; repetimos inconscientemente este patrón de conducta en nuestros niños.

Un primer acercamiento para comenzar un diagnóstico de cómo está nuestra autoestima sería escribir en un recuadro con tres columnas lo siguiente:

Yo soy

Yo creo que soy

Me han dicho que soy

Este recuadro nos va a ayudar mucho a identificar lo que nos corresponde, y a tirar creencias inadecuadas y máscaras impuestas por los demás.

 Algo que resulta crucial para aumentar nuestra autoestima es aprender a estar en contacto con nuestra niña interior como si nos uniéramos a nuestra propia semilla, sanando sus heridas y cuidando siempre de ella con cariño y atención.

La niña que existe dentro de nosotras puede darnos la alegría de vivir, el empuje y las ganas para salir adelante si la tenemos presente, por ejemplo, colocando su foto en nuestro tocador. Hay quien incluso duerme con una muñeca o un animal de peluche, para estar en contacto consigo diariamente.

Otro ejercicio muy útil para reprogramar nuestra autoestima consiste en identificar cómo nos suena nuestro nombre (nos guste o no) y darle una calificación.

1. Repasa tu nombre en voz alta varias veces. Anota tus sensaciones y dale una calificación de cero a diez.

2. Cierra los ojos y permite que aparezca una imagen con el sonido de tu nombre. Fíjate muy bien en la claridad u oscuridad de la imagen, si ésta tiene movimiento, colores o no, en qué parte de tu cuerpo la sientes, qué sonidos y volumen la acompañan.

3. Muévete, sacude tu cuerpo y regresa al lugar original desde donde comenzaste a hacer el ejercicio.

4. Evoca el momento más feliz de tu vida como si lo vieras, lo oyeras o sintieras aquí y ahora. Comienza a escuchar tu nombre a lo lejos como un canto celestial, con la música que más disfrutas y te hace sentir a gusto y en paz contigo misma.

5. Regresa a la imagen y al sonido original de tu nombre, pero ahora dale movimiento, color, brillo, intensidad, volumen, música. Haz que esa sensación de calorcito invada todo tu cuerpo y disfruta con todos tus sentidos esa sensación. Vuelve a dar un valor a tu nombre, del cero al diez. Date cuenta que hoy, aquí y ahora ya te quieres más y cada vez más.

 Independientemente de tu historia personal y de las etiquetas que creas tener, recuerda que aquí y ahora puedes perdonar, reprogramarte y sanar a conciencia, con disciplina y en un camino hacia el crecimiento personal, que merece tanta o más atención que cualquier otro aspecto de tu vida. Porque aprender a quererte es el primer paso para aprender a querer a los demás en serio y ser feliz.

 

Mònica

1 comentario:

Espaciofotografico dijo...

Mi Fantasma querido:


¿Cómo has estado?
Te escribo otra carta sin rumbo
ya que no estas a mi lado.

.....yo estoy bien, simplemente aquí
pensando una vez mas, en ti,
sin poder concebir
que estas lejos de mí....

....sin resignarme tal vez
ha que me has olvidado
o será que tal vez
dejaste mi mundo marcado...

...con cada frase indulgente
que salió de tus labios,
para anidarse en mi mente
y hacer de él su escenario.

Ya tal vez no recuerdes
las frases que un día,
sin que tú lo creyeras
de mis labios salían.

Y es que nunca supiste
entender lo que dije
ni descubriste tampoco
que tu capricho me rige.

...Se que te extrañara esta carta
después de tanto tiempo,
mas por que se andará perdida
esperando el preciso momento...

.... Y quizás entonces,
si llegara ese día,
los dos entendamos
lo que el destino pretendía..

... desde esa tarde, ahora lejana
cuando nos conocimos,
por aquella pequeña ventana
en la que tantas veces reímos.

¿Donde estarás hoy,
mi querido Fantasma?
¿Habrás olvidado quien soy?
¿O me llevaras en tu alma?

Y en medio de esta incógnita
se enciende la pregunta eminente
de.... ¿Por que te Idolatro?
y no puedo explicarle a mi mente
por mas que trato....

....que es cuestión de sentimientos
y no de razón,
mas me pide el cerebro una explicación....

.... y no me queda mas que decirle:
.......Que te quiero!!,
porque eres el protagonista de mi cuento de hadas
porque me hiciste sentir idolatrada...

.... cuando solo paz deseaba mi ser,
me hiciste sentir orgullosa de ser mujer!

Y aunque tú solo fingías,
fuiste el artista sin igual
o tal vez solo fuiste un rufián
que me regalo su mejor fantasía.

Tú diste a mi vida
la alegría que el destino le quitó
y aun sabiendo que tu amor era traición
acepté lo que tu engaño me brindó.

Fuiste el amante perfecto
que existe solo en la mente
fuiste el caballero sin defectos
que esta siempre sediento de afecto.

Tu eres mi príncipe encantado
que lleva la imagen que yo le dí
con una piel de marfil,
como en mi sueño mas deseado.

Eres mi amante platónico
con la sonrisa de mi mejor fantasía,
un rostro cubierto de melancolía
que encierra la más ardiente melodía...

.... tu voz! La que me hizo renacer,
la voz que se llevo mi amargura
en un torbellino de placer,
en una pasión de mil locuras.

.....y hoy mi fantasma querido,
te he escrito para decirte en esta tarde,
que aunque el tiempo traiga el olvido,
jamás dejara mi corazón de esperarte.

Hasta pronto hoy te digo
y te envió mil besos,
con mis más fieles testigos...
que son estos lánguidos versos.

Zucye.

000927 Sept.27, 2000