viernes, 24 de agosto de 2007

TU DINERO... MI DINERO?

¿Tu dinero... mi dinero?

¡No puede ser! ¡Dios Mío! ¿Y ahora, qué voy a hacer?
Estas frases se escuchaban una y otra vez en la sala que servía para velar al esposo de mi amiga. Al día siguiente, cuando ya se había efectuado el sepelio, fui a visitarla a su casa, para ver si podía ser útil en la solución de algún problema que se hubiera presentado.
- ¿Qué te pasa? Te veo demasiado inquieta.
- No sabes, me contestó, todavía no me repongo del susto y del dolor de ver morir a mi marido en una forma tan repentina, cuando me voy enterando que no tenía ni un centavo en el banco. Estoy segura de que hace pocos días recibió una buena cantidad de dinero que ganó por unas ventas que hizo, pero... ¿dónde estará ese dinero?. No hicimos ninguna compra, ni un gasto. ¿Es que acaso lo invirtió en algún negocio y yo no me di cuenta?. Él a veces hacía diferentes negocios, pero yo no me enteraba, nunca le di importancia, pensé que siempre le iría bien. ¿Cómo es posible que nunca me haya interesado por su trabajo? Jamás me platicaba -ni yo le preguntaba- qué hacía, ni qué problemas tenía diariamente. No platicábamos de los planes que tenía en cuestión de negocios. Ahora no tengo ni para pagar el entierro, y no sé cómo voy a sacar adelante a la familia.
La doble aflicción de mi amiga me hizo reflexionar y ver que muchas mujeres jamás se interesan por la situación económica, no saben qué ingresos tienen sus maridos, ni cómo los obtienen, solamente se dedican a exigir y gastar sin ninguna consideración hasta que lamentablemente se ven en la quiebra. Hay matrimonios que tienen que cambiar a sus hijos de escuela porque de pronto ya no pueden con los gastos y esto descontrola mucho a los niños, que no tienen ninguna culpa de la mala administració n de los padres.
Cabe decir que a los pocos meses de haber fallecido el esposo de mi amiga, apareció un amigo de él, para informarle que habían hecho una sociedad en un negocio, y participarle de las ganancias adquiridas, le presentó todos los papeles, donde constaba la sociedad, y las cuentas que llevaban. Gracias a la decencia y la buena voluntad del señor, mi amiga no se quedó en la calle.
¡Cuántos maridos trabajan desesperados para poder atender todas las necesidades que se presentan en la casa!
Una señora comentaba que le dolía mucho que su esposo, tan honrado toda la vida, terminara tomando prestado dinero de la empresa donde trabajaba. Es tan bueno -dijo-, nunca supo negarnos nada, ¿por qué no supe yo que estaba tan apurado? Yo lo hubiera comprendido; no hubiéramos cambiado los muebles de la casa, ni hubiéramos hecho ese viaje tan caro toda la familia. Yo pensé que sí estábamos en posibilidad de hacerlo. Continuó: Ya no tenemos ni para lo indispensable, menos para pagar un abogado que lo saque de la cárcel.
Cuando los cónyuges cometemos ese error, estamos dando además una mala formación a nuestros hijos. Hay muchos jóvenes que ya no saben disfrutar de lo que tienen, siempre quieren más, todo se les hace poco y ven como una obligación el que sus padres les tengan que cumplir todos sus caprichos, y si no lo consiguen, viven amargados debido a una constante competencia entre sus compañeros de a ver quién tiene más.
Comunicación: solución a la quiebra
Para hablar de un matrimonio equilibrado, debe existir comunicación, comprensión y armonía. La esposa debe conocer muy bien a su marido y convivir con él, tanto que pueda sentir cuando las cosas no andan bien en su trabajo, aunque no se lo cuente. Entre los dos deben planear un presupuesto de acuerdo a sus ingresos. Juntos verán hasta dónde la cobija les alcanza, y nunca tomar alguna decisión importante sin consultarse mutuamente.
En la actualidad, debido a la vida tan materialista y a ese consumismo tan fuerte, muchos matrimonios llevan una vida que no les corresponde; se encuentran presionados por tantos compromisos que adquieren. Esto se da en cualquier nivel económico. Podemos hablar desde las personas que compran a crédito ropa, calzado, comida, muebles, hasta los que cambian automóvil cada año sin tener siquiera para el enganche. Cuando hablamos de sociedad conyugal definimos precisamente eso, una sociedad donde juntos, marido y esposa, luchan porque todo marche sin angustias económicas.
En la sociedad en que vivimos, es el marido el que generalmente sale de casa a trabajar y a buscar los ingresos -aunque también la mujer lo hace a veces-. A la mujer le corresponde estar enterada de los obstáculos que él debe vencer para lograrlo. Ella debe ser consejera en lo que se refiere a la toma de decisiones en su trabajo, enterarse -y alegrarse- de cuando todo va bien, y apoyarlo moralmente cuando haya problemas.
No quiero que mi mujer se entere de que estoy pasando por un problema económico fuerte y que voy a hipotecar la casa, nos comentaba un amigo. Cuando vi a su esposa (mi amiga) de compras ¡en grande! y planeando una fiesta de aniversario, me pregunté: ¿Será justo que esta mujer no se entere de que están en un serio problema económico?¿Cómo van a salir adelante si él no tiene el apoyo suficiente de su esposa e hijos? Cuántos maridos son víctimas de prestamistas que los van hundiendo cada vez más por la exageración en el cobro de intereses, ¿y la mujer?... ¡ni se entera!, mucho menos se administra de acuerdo a las circunstancias.
Sólo por medio de la detallada comunicación familiar en materia de negocios, se podrán evitar serios problemas, como el que vivió un joven adolescente que decía: Mi papá no puede estar involucrado en el narcotráfico, debe haber un error. Lamentablemente era cierto, su padre, viendo que no podía con el tren de vida de su familia, desesperado, buscó cualquier manera de obtener más ingresos. Su esposa e hijos ni siquiera se imaginaban, pues mientras su papá les diera lo necesario, y más, todo estaba bien.
Cuando un hombre y una mujer se casan, se comprometen a estar unidos en las buenas y en las malas. Juntos y apoyándose uno en el otro, es más fácil que todos los problemas se resuelvan. Hay maridos a los que no les gusta platicar a su esposa sobre su trabajo; es allí donde la mujer, con su percepción femenina, se debe ganar su confianza hasta que establezca esa comunicación tan necesaria en el hogar. Sin comunicación, -también financiera- el matrimonio se va desintegrando, cada quien toma su rumbo, y llega a haber entre la pareja un abismo que si no se resuelve a tiempo, puede acabar en ruptura.
Para evitar una dificultad irreparable, los cónyuges necesitan ubicarse en su realidad, y presentarla tal cual es a los hijos. Luego, enseñarlos a agradecer a quien con tanto amor les provee de todo lo que necesitan. Esto sirve para unirlos como familia y apoyarse unos a otros, ya que la unión hace la fuerza.
Qué hacer ante un problema económico familiar:
1) Fomentar una gran comunicación.
2) Conocer los ingresos.
3) Conocer si existen deudas.
4) Estar enterados (sobre todo la esposa) de los negocios del cónyuge.
5) Nunca llevar una vida que no corresponde a sus ingresos.
6) Ajustarse a un presupuesto fijo.
7) Fomentar el hábito del ahorro.
8) Evitar el despilfarro.

 

Mónica

2 comentarios:

Espaciofotografico dijo...

CONOZCO UNAS MIL PUERTAS
PARA LLEGAR HASTA TI
PERO SÓLO SIRVE
LA QUE ME ABRAS TÚ.

BAJO LAS PERSIANAS
MIENTRAS BAJA EL SOL
Y HOJEO CON DESGANA
LA PRENSA DEL DÍA ANTERIOR.

NO ME INTERESA NADA MÁS,
SÓLO QUIERO DESPERTAR
Y VOLVER A VER
TU PIEL DESNUDA
MOJANDO LA HABITACIÓN.

CONOZCO MIL MANERAS
DE HACERME SENTIR:
ESCRIBO TU PELO NEGRO EN MIS OJOS EN BLANCO
Y SABES QUE ES POR TI.

ESTOY INMUNIZADO,
LA MAREA NEGRA SE FUE
Y SOY EXACTAMENTE
LO QUE DEJÉ DE SER.

NO ME INTERESA NADA MÁS,
SÓLO ME QUIERO DORMIR
Y RECUPERAR
EL TIEMPO PERDIDO
ABRAZADO A TI.

ABRAZADO A TI...

Cancion de Mikel Erentxun

Asun dijo...

Muy bonita la historia gracias por ponerla.
un abrazo